miércoles, 26 de octubre de 2011

La guerra del pacifico ¿Por qué se comenzó la guerra del pacifico?

Bueno la guerra del pacifico fue un conflicto armado  en el cual se enfrentaron la República de Chile contra las repúblicas del Perú y de Bolivia. También se la ha denominado Guerra del Salitre. Es un conflicto bélico de mayor trascendencia en la historia nacional. A mediados del siglo XIX, el desierto de Atacama había adquirido un gran valor económico debido al descubrimiento de valiosos yacimientos de guano y, posteriormente, de salitre, ambos, entonces, con buena ley y buen precio en el mercado internacional.
Existen discrepancias entre los historiadores bolivianos y chilenos con respecto a si el territorio de la Audiencia de Charcas, primero dependiente del Virreinato del Perú y después del Virreinato del Río de la Plata, disponía o carecía de litoral. Apoyándose en diversos documentos, los bolivianos insisten en que lo tenía; por su parte, los chilenos lo niegan o lo ponen en duda. Al crearse la República de Bolivia en 1825Simón Bolívar incluyó la costa de Cobija como parte de esta nueva república. La explotación económica de esa zona costera fue llevada a cabo por empresarios y pirquineros chilenos. En 1878, el congreso de Bolivia se abocó al estudio del acuerdo celebrado por el gobierno en 1873. Para Bolivia, el contrato firmado en 1873 con la Compañía de Salitres de Antofagasta aún no estaba vigente porque, de acuerdo con la Constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían aprobarse por el Congreso. Ello se hizo por la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición de que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado por la compañía.
En lo que respecta a Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado violaba el artículo IV del tratado de 1874. Por ello, dicho impuesto encontró una gran resistencia por parte de los propietarios de la empresa afectada y una cerrada defensa de su causa por parte del gobierno de Santiago, desencadenándose un conflicto diplomático. A lo largo de los meses subsiguientes, el gobierno boliviano se abstuvo de implementar la ley mientras se discutían las objeciones presentadas por el gobierno chileno.


El 8 de noviembre, el canciller Alejandro Fierro envió una nota al canciller Martín Lanza indicando que el Tratado de 1874 podría declararse nulo si se insistía en cobrar el impuesto, renaciendo los derechos de Chile anteriores a 1866. El 17 de noviembre, el gobierno de La Paz ordenó al prefecto del departamento de Cobija que aplicara la ley del impuesto para iniciar las obras de reconstrucción de Antofagasta. Aunque ambas partes propusieron la resolución del conflicto por vía de un arbitraje, tal como lo contemplaba el Protocolo de 1875, este no llegó a realizarse ya que mientras el gobierno de Chile exigía que se suspendiera la ejecución de dicha ley hasta que su legalidad fuese determinada por un árbitro, el gobierno de Bolivia exigía que el blindado Blanco Encalada y sus fuerzas navales se retiraran de la bahía de Antofagasta. El 6 de febrero, ante las protestas por parte de la Compañía de Salitres por la ley del impuesto y dado que el contrato no había cumplido con los trámites para declararlo, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. El prefecto Zapata ordenó rematar sus bienes para cobrar los impuestos generados desde febrero de 1878.
Las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de TarapacáTacna y Arica. Las victorias de PisaguaPampa Germania y Dolores, a fines de 1879, aseguraron el dominio chileno sobre el departamento de Tarapacá, así como las de Tacna y Arica en 1880. La batalla de Tarapacá fue una victoria aliada, pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna y Chile siguió luchando contra el Perú.
La capital peruana vivía desconectada del resto del país y subestimó completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar completamente su clase política y a evitar una preparación efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San Juan y Miraflores. En esta última, la propia población civil defendió sin éxito la ciudad cuando el ejército chileno atacó tres de los doce reductos. Después de la batalla, hubo incendios y saqueos en los poblados de Chorrillos y Barranco.

Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la población limeña. Se impuso el orden en la ciudad, en las zonas de ocupación, y se restablecieron las actividades. Sin embargo, este orden no evitó la salida de objetos y bienes científicos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros, algunos de los cuales fueron enviados a Chile, terminando otro tanto en manos de privados de ambos países.
El dictador Nicolás de Piérola Villena, quien se retiró de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del país, fue sustituido por un gobierno civil a cargo de Francisco García Calderón, que se negó a firmar la entrega del Departamento de Tarapacá.
Sin posibilidades de firmar la paz, el jefe de la ocupación chilena Vicealmirante Patricio Lynch estableció su cuartel militar en el Palacio de Pizarro en Lima y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se denomina la Campaña de la Breña o de la sierra, enfrentando abundantes actos de sedición en la misma ciudad y, posteriormente, una resistencia claramente organizada.
Después de los enfrentamientos en San Juan y Miraflores, el entonces Coronel peruano Andrés Avelino Cáceres y otros, como el capitán José Miguel Pérez, decidieron llegar a los Andes Centrales para organizar y reiniciar la resistencia al ejército de ocupación chileno. Para ello, el 15 de abril de 1881, se embarcaron en el tren de la estación de Viterbo, evadiendo la vigilancia de los soldados chilenos, con destino final la ciudad de Jauja. Así, y en gran medida ayudado por su profundo conocimiento de la lengua quechua, Cáceres organizó la defensa entre la población civil de la Sierra Central y el Coronel Gregorio Albarracín en la Sierra Sur, quienes ejecutaron una efectiva guerra de guerrillas durante tres años. Eligieron la breña de los Andes Centrales porque presentaba una topografía excelente para aplicar la estrategia de guerra de guerrillas y, también, porque existían nuevos elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento para una lucha prolongada.
La resistencia militar liderada por Cáceres en la regiones sur y centro andinas obtuvo varias victorias contra las fuerzas chilenas y se dirigió a Cajamarca, en la sierra norte, para evitar el encumbramiento de Miguel Iglesias, quien desde 1882 había manifestado firmar la paz con el gobierno chileno, aceptando cesión territorial.
El 3 de mayo de 1883, la base del Tratado de Ancón ya estaba acordada entre Patricio Lynch y Miguel Iglesias quien firmó este convenio inicial desde Cajamarca. Después de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen de una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero.

En conclusión la guerra del pacifico provoco una lucha por el norte de que es ahora nuestro país por el salitre que nos brindo mucha economía para nosotros pero aunque eso duro poco porque los alemanes crearon el salitre artificial que era mucho más barato que el salitre normal y cumple la misma función por eso a chile no le sirvió de mucho haber paliado por algo que duro un tiempo y no de haberle cedido la Patagonia chilena a los argentino pero como eso ya ocurrió solo me queda opinar de lo que los chilenos en esos años cometieron mal pero paso aunque siempre los chilenos antes de tomar una decisión tenemos que visualizarla si nos conviene o no y después hacer cualquier tipo de tratado o acuerdo con otros países.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Ocupación de la Araucanía ¿Por qué se empezó a usar la Araucanía?

En estas tierras habitaban más de 190 mil indígenas, compuestos por los pueblos pehuenches y mapuches. Dicho territorio se había mantenido rebelde a partir de la denominada Guerra de Arauco ante el dominio español durante la Conquista de Chile y todo el período colonial de Chile, sin que ningún bando venciera claramente.
Luego de la independencia de Chile, ya en el período republicano, se ordenó la celebración de un parlamento general con los mapuches que habitaban al sur del río Biobío, con la finalidad de acordar el estatuto que regularía las relaciones entre la naciente república y el pueblo mapuche; realizándose así el Parlamento de Tapihue en enero de 1825. Sin embargo posteriormente sucedieron diversos hechos que obligaron al estado chileno a destinar recursos a la zona de la frontera.
Además, durante la Revolución de 1851, el general José María de la Cruz, líder del movimiento golpista, reclutó a varios loncos mapuches y sus clanes para alzarse en armas contra el gobierno, esto lo pudo lograr gracias a la relación de amistad que mantenía el general con los caciques, entre ellos Colipí. Cuando su insurrección fue aplastada por el general Manuel Bulnes, los caciques en vez de rendirse junto a De la Cruz se replegaron a la frontera junto con varios miembros descolgados del antiguo ejército, dedicándose al pillaje y al robo de ganado, por los siguientes 4 años. Esto motivó al gobierno a movilizar al segundo batallón del segundo de línea, hasta enero de 1856.
El gobierno de Chile toma la decisión de ocupar efectivamente la Araucanía cuando aparece en la zona, en el año 1861, el francés Orélie Antoine de Tounens, quien intenta crear el Reino de la Araucanía y la Patagonia y se autoproclama rey, tomando el nombre de Orélie Antoine I.
De esta forma, las autoridades deciden aplicar el plan propuesto por el General de Ejército Cornelio Saavedra Rodríguez. Dicho plan incluye no sólo acciones militares, sino además la penetración pacífica de los territorios, mediante el traspaso de la cultura chilena al otro lado de La Frontera. Se busca fundar ciudades, construir obras públicas tales como caminos, telégrafos, y crear escuelas y hospitales. Las tierras incorporadas serían traspasadas a colonos sin ningún costo para fomentar la ocupación de la zona y desarrollar la producción de trigo.

En poco tiempo, Cornelio Saavedra puede ocupar la zona que va hasta el río Malleco, lugar donde refunda la ciudad de Angol, los fuertes de Negrete,[2] Mulchén y Lebu, en 1862. Por el territorio costero, alcanza a avanzar hasta el río Toltén. Esta primera ocupación se lleva a cabo con relativamente poca resistencia, pero luego se produce una sublevación de los mapuches que habitan las cercanías del río Malleco, bajo el mando del lonco Quilapán.
En diciembre de 1867 se habían reunido 4.000 a 5.000 guerreros mapuches en la zona montañosa de Chihuaihue, provenientes de Moquehua, Boroa y La Imperial, los arribanos de Kilapán lograron coordinar una rebelión con los abajinos costeros al mando de Catrileo, Coñoepan, Marileo y Painemal, con 3.000 lanzas cruzaron la cordillera de Nahuelbuta al poniente de Angol y fueron a salir al norte del río Malleco donde unieron sus fuerzas, lograron victorias en Traiguén, Curaco y Perasco gracias a su combinación de la guerra móvil con tacticas de guerrilla.[3]
En enero de 1869 1.500 mapuches son derrotados en Chihuaihue por el general José Manuel Pinto, los araucanos se reorganizaron y atacaron Angol, ante esto el Ministro de Guerra, Francisco Echaurren, marchó con refuerzos a Cautín. En la costa el coronel Saavedra ocupó Cañete y Tucapel, sofocando la rebelión de 1.500 guerreros en Purén. El 25 de septiembre los mapuches y el ejército llegaron a un acuerdo en Angol. Kilapán volvió a rebelarse con 3.000 lanzas siendo derrotados el 25 de enero de 1871 por un ejército de 2.500 soldados en Collipulli.[3]
La Guerra del Pacífico significó que las fuerzas del ejército de Chile se concentraran en este conflicto en particular, situación que fue aprovechada por los mapuches para lanzar nuevos ataques a los puestos ubicados en las zonas fronterizas. Según el historiador y antropólogo chileno José Bengoa esta fue la primera vez en toda su historia que los muy descentralizados mapuches se unieron en una sola insurrección.[4] Esta nueva sublevación ocurrida en 1880 se materializa en pérdidas para ambos bandos. Pero, una vez finalizada la guerra que enfrenta a Chile contra Bolivia y Perú, el ejército instruido por el gobierno de Domingo Santa María retoma en forma vigorosa la campaña de incorporación de la Araucanía. Quien está a cargo de anexar el territorio restante es el Coronel Gregorio Urrutia.
El 27 de enero de 1881 3.000 indígenas atacaron Traiguén arrasando con las haciendas y el ganado.[3] Tras ser rechazadas sus incursiones en Traiguén y el fuerte de Lebuelmán los mapuches se encaminaron, sumando cada vez más lanzas a atacar el fuerte de Los Sauces, entonces tenían unas 1.500. Su asalto fracaso y cuando atacaron la línea del Malleco que creían desguarnecida fueron masacrados, con esto las tropas chilenas pudieron seguir su avance, cruzaron el Cautín, y el 24 de febrero fundaron el fuerte de Temuco.[5] Los aborígenes respondieron atacando dos caravanas matando 100 personas, en los cerros de Ñielol, ese mismo mes, mientras era frustado su ataque simultáneo de 8.000 guerreros a Temuco y Lumaco.[3]

En su campaña, Urrutia erige diversos fuertes, llegando hasta la zona donde se encuentra el Lago Villarrica y refundando la ciudad del mismo nombre. Además, se fundan los fuertes de Carahue, Lautaro, Pillanlelbún, Temuco y Nueva Imperial. Se puede decir que en esta etapa concluye realmente la Guerra de Arauco como tal, después de más de 300 años de conflictos.

La tranquilidad que, en general, reinaba en la frontera del Biobío y las relaciones que existían entre los habitantes de uno y otro lado, permitieron el avance colonizador de la Araucanía.
En la Depresión Intermedia al sur del Biobío, algunos intrépidos campesinos y agricultores se habían establecido, comprando, arrendando o simplemente quitándoles sus tierras a los indios (llamados indios, por los colonizadores, que creian haber descubierto las Indias, ignorando que son mapuches, no araucanos, que tambien es palabra del conquistador)(aclaracion aparte ;-). En el sector costero, la existencia del fuerte de Arauco y la explotación del carbón de piedra aseguraban otra línea de penetración.
Durante el gobierno de don José Joaquín Pérez se inició la acción oficial para incorporar la Araucanía con el apoyo de las armas. El realizador de aquella empresa fue el coronel Cornelio Saavedra, que en corto plazo ocupó hasta el río Malleco, volviendo a fundar la ciudad de Angol. Por la costa avanzó hasta el río Toltén.

Este primer avance se ejecutó con escaso derramamiento de sangre, pero luego hubo una sublevación de los mapuches cercanos al río Malleco, que obedecían al cacique Quilapán. Derrotados los naturales, la ocupación se detuvo por algunos años; pero al estallar la Guerra del Pacífico, el avance se había reanudado hasta la línea del río Traguen.
 
El conflicto con el Perú y Bolivia significó debilitar el ejército de la Araucanía y ese hecho fue aprovechado por los mapuches para lanzar algunos ataques contra los puestos fronterizos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Crecimiento hacia fuera ¿como chile empeso a crecer en economia?

Bueno el crecimiento hacia fuera comenzó en los años 1820 y 1880 donde se explotan recursos de la naturaleza  como la minería y la agricultura. Los principales mercador compradores de nuestros recursos primos fueron Inglaterra y en el caso de la minería Perú, california y Australia. También la minería trajo a nuevos inversionistas que invirtieron en este rubro comprando e incorporando nuevos medios y técnicas de cultivos, como maquinarias para trabajar la tierra obras de regadío para que las que lo que se sembró salga rápido y no se seque y animales para invertir en ellos y engordarlos y venderlos lo que hiso que este rubro creciera. Pero los que comenzaron con esto fueron California en 1848 y Australia en 1851, pues ellos necesitaban del trigo para que sus trabajadores se alimentaran y molieran el trigo y saliera harina.

La agricultura: desde la aplicación  del código civil de chile en 1857 se disolvieron los mayores rasgos en forma definitiva. Desde ese momento el hijo hombre mayor de la familia se quedaba con toda la herencia o la propiedad de tierra que tenía la familia, pero también sus hermanos lo que permitió fue un lento proceso de participación de grandes medios agrícolas. Esto  les ayudo a mejorar la producción de los niveles productivos agrarios que ellos poseían.

El descubrimiento de oro en california y Australia provoco una fiebre del oro, que provoco la migración masiva de la población hacia eso lugares. Esta fiebre afecto a los chilenos que buscaban fortuna y oportunidades laborales.
El liberalismo, doctrina político-económica que triunfó en Europa durante la segunda mitad de del siglo XIX, proponía suprimir las trabas aduaneras al comercio internacional, lo cual beneficiaba definitivamente a los países industrializados, que vendían sus productos a precios que ellos mismos imponían. Una vez lograda su independencia política, los países latinoamericanos entraron en una nueva dependencia, esta vez económica, al transformarse en exportadores de materias primas y receptores de capitales.

Para hacer frente a esta demanda, las naciones latinoamericanas debieron transformar profundamente sus sistemas de producción, con la construcción de fábricas y la utilización eficiente de la tierra; en muchos países se optó por la apropiación privada de las tierras fiscales eclesiásticas.

Este proceso vino acompañado de una reorganización del trabajo: en las ciudades se generalizó el trabajo asalariado, mientras que en las plantaciones y explotaciones forestales se insertó un sistema de semisclavitud.
La agricultura en chile se vio beneficiada con esto ya que en esos años doblo la producción que trigo que vendía el país también frutas secas, vino y otros productos de comercialización con california y Australia y eso fue llevado más barato  desde el Valparaíso que la costa e estados unidos. En 1849 chile exportaba a los otros países mercaderías al valor de doscientos cincuenta mil pesos anuales, en 1850 aumento a más de dos millones cuatrocientos mil pesos. Pero por desgracia para chile esto solo duro un corto periodo de tiempo porque ya en 1858 estos mercados comenzaron a auto abastecerse. Esta gran alza hiso que se disparara la producción agrícola y Valparaíso se convirtió en el principal puerto comercial de América de sur. La fiebre del oro hiso que chile creciera y se expandiera fuera de chile. Aunque disminuyo el eso causo que disminuyera el mercado de trigo en california y Australia porque ya se había logrado que se abriera al comercio exterior.

La minería: a partir del siglo XIX en chile se explotaron diversos metales del país, así como fue la plata que fue unos de los primeros recursos a partir de que se descubrió el chañarcillo por Juan Godoy en 1832 y eso facilito el hallazgo de otros tipos de minerales de otros yacimientos como LA DESCUBRIDORA (1832), el checo punta (1847) y tres puntas (1848) todos estos yacimientos ubicados en el norte grande de chile que comenzaron a explotarse rápidamente. Pero sin la explotación de estos minerales encontrados en el norte grande de chile la posteridad económica que tenia chile en esos años no hubiera sido posible mantenerla. Hacia 1858 el mineral de chañarcillo se empezó a agotar rápidamente y eso provoco la crisis económica del país.
El cobre comenzaron a tomarle importancia en 1850 específicamente e n la zona de atacama en la mina El Teniente en Rancagua. Su explotación se empezó a incrementar por las demandas de este mineral en los mercados Europeos que lo necesitaban a partir de la revolución industrial que se desarrollaba en ese periodo. La mina con mayor producción de cobre es la de tamaya cercana a Ovalle de la propiedad de José tomas urmeneta quien fue el creador de funciones de tongoy y en el puerto de guayacán el cual luego de un tiempo se unió a Ovalle en 1852 por una línea férrea.



Nuestro país, tiene muchos recursos entre ellos los minerales, que se venden al extranjero, ya que en Chile no existen industrias donde se pueda desarrollar el trabajo con dichos recursos. En este caso el Estado no puede hacer ningún tipo de industrias para mejorar el país y para que no haya tantos cesantes, ya que dicha operación solo lo pueden hacer personales particulares.
También chile cuando vende sus recursos los ven de baratos y después los vende y los compra caro por obligación y eso son uno de los grande rores que comete nuestro país deberíamos vender un poco más caro y comprar más barato para no salir tan perjudicados al momento de l ver las ganancias.
El crecimiento hacia afuera es una gran desventaja, quizás el día de mañana, en el país no existan tantas materias primas que se utilizan como un motor de crecimiento económico. La minería, la agricultura y el comercio internacional son los recursos que por el momento permiten una estabilidad económica para Chile.

miércoles, 22 de junio de 2011

¿Cómo se provoco la evangelización?

Luego del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, en acuerdo con los reyes de España y Portugal, pequeños equipos de franciscanos, de jesuitas y dominicos acompañan a las primeras expediciones y comparten las condiciones de vida de los países a que llegan. Buscan, en primer lugar, sacar a las poblaciones autóctonas de las creencias animistas, fetichistas y helio centristas muy antiguas, vivas, complejas y variadas; llevan a cabo con sentido práctico una catequesis elemental e introducen con éxito el sentido de las bienaventuranzas, en medio de unas concepciones religiosas cargadas de trascendencia divina, que, no obstante, están mezcladas con un pesimismo y un fatalismo existencial acentuados; la sacra mentalización llega en cuanto se nota en el alma de los catecúmenos un mínimo de adhesión personal para que los Sacramentos de la iniciación cristiana -el bautismo, la confirmación y la Eucaristía- puedan constituir el punto de arranque indispensable para la vida sobrenatural y el crecimiento de la fe inicial.
Roma se informa de esos acontecimientos lejanos. Consciente del nuevo y específico terreno que se abre a la evangelización, el Papa Pío V crea una comisión cardenalicia especializada en esos asuntos de los que no se tenía experiencia, lo mismo que erige seminarios para las misiones en 1588; el Papa Gregorio XV establece en 1622 un "Ministerio de las misiones", la Congregación De Propaganda Fide, "para la propagación de la fe". El continente de América del Sur recibe, ya desde 1511, una Jerarquía local que pronto se articula en 5 arzobispados y 27 obispados. En los más altos niveles de responsabilidad, tanto políticos como religiosos, existe una seria preocupación por el buen funcionamiento de las instituciones; este funcionamiento se ve manchado aquí o allá por los defectos humanos, que no siempre se deben a una falta de rectitud de intención, como es el caso de la impaciencia de algunos misioneros por ver con excesiva prisa los frutos de la evangelización.
Claro está que los misioneros eran una pequeña minoría entre los europeos que llegaron al nuevo continente. No se puede juzgar el esfuerzo misionero por lo que hicieron otros.  Hay casos de colonos europeos a quienes la codicia les empuja a explotar las riquezas naturales abusando de los indígenas. De todas formas, es admirable e empeño que desde la metrópoli se pone en superar el obstáculo natural de las enormes distancias que la separan del Nuevo Mundo, y que son la causa de que cualquier intercambio de informaciones, ideas, personas o bienes, exija de seis meses a un año de viajes -ida y vuelta- por el mar y las tierras.
Conforme a una práctica ya habitual alrededor del Mediterráneo, los reyes de España piden a la Santa Sede un patronazgo regio efectivo sobre las iglesias del Nuevo Mundo, incluyen el derecho de nombramiento de los clérigos y la regulación de los asuntos eclesiásticos; en compensación de esas ventajas, facilitan material y administran el trabajo apostólico de los misioneros, y el conjunto de verdades naturales y sobrenaturales que el cristianismo transmite de generaciones en generaciones se extiende una vez más por nuevos territorios: desde Canadá, por ejemplo, se envían misiones hasta California; aparecen rápidamente Catecismos impresos en lenguas indígenas; varias personalidades se de3dican a mejorar las condiciones de evangelización y de vida de las poblaciones, entre las cuales destacan el dominico Bartolomé de las Casas (1474-1566), obispo de México, y el también dominico Antonio de Montesinos en las Antillas.
La actuación y desarrollo de cada uno de los virreinatos, audiencias y capitanías generales podía compararse, en su evolución civil y religiosa, a la de las naciones europeas. Se multiplican las diócesis, se organiza su administración, se celebran concilios, que determinan las prácticas y ritos del pueblo atendiendo más a los privilegios de la Corona y a la mentalidad regalista que a las decisiones pontificias.
Las congregaciones religiosas se extendieron con celeridad, pero o faltó el clero secular. La expulsión de los jesuitas, en 1767, tuvo consecuencias irreparables en la mayoría de los territorios.
Se fundaron numerosas reducciones -veintiuna había en 1686- en el Marañón español, donde se dieron algunos casos de martirio. 
Después de las misiones del Paraguay, las misiones del norte de Méjico fueron las más conocidas. Son igualmente importantes las misiones de Sonora y California, que, a causa de numerosas dificultades, constituyeron una de las misiones más duras; pero donde, no obstante, obtuvieron numerosas conversiones. Al ser expulsados los jesuitas de las reducciones de California, fueron confiadas a los franciscanos del Colegio de Méjico. Estos franciscanos estaban a las órdenes de un prefecto apostólico: Fr. Junípero Serra (1713-1784), antiguo misionero de Nuevo Méjico, que concibió la idea de establecer una cadena continua de misiones con la protección de soldados españoles. Estos puestos partían de San Diego y remontaban la costa del Pacífico hasta llegar más allá de San Francisco. A finales del siglo XVIII, los franciscanos, a quienes los historiadores consideran como los verdaderos fundadores de la alta California, contaban con más de 30.000 cristianos. Los dominicos, utilizando un sistema semejante al de los jesuitas, fundaron algunas reducciones más, como Santo Rosario, en 1774; Santo Domingo, en 1775; San Vicente Ferrer, en 1780; San Miguel, en 1787, y otras. Los franciscanos pusieron especial empeño también en la evangelización de Nuevo Méjico, Tejas y Florida.
La estructura eclesiástica de la América hispana era imponente: cuatro arzobispados y cuarenta y un obispados. Franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios y jesuitas llevaban el peso principal de la evangelización de los indígenas y cuidado espiritual de los españoles y criollos. Excepto las Universidades de Méjico y Lima, casi toda la educación que se impartía en estos territorios estaba en manos de los regulares, especialmente de los jesuitas.
Las misiones existentes en el Canadá no eran misiones patronales como las de la América española portuguesa, pero no cabe duda de que gozaran de una cierta protección civil. Poco a poco aumentó el influjo de la Congregación de Propaganda. Su primer obispo fue designado por Propaganda, primero como vicario apostólico, en 1658, y más tarde como obispo ordinario. En 1674 se establece la sede episcopal de Quebec, con su seminario, dependiente de las Misiones Extrajeras de París. Desde entonces, en la evangelización de América del Norte toman parte principal, juntamente con los jesuitas, los sacerdotes de las Misiones de París.
Canadá o Nueva Francia estaba habitada por tribus de hurones e iroqueses, que se concentraban principalmente alrededor de los Grandes Lagos y en las riberas del San Lorenzo. Podemos distinguir tres períodos en la colonización y evangelización de estos territorios: período del monopolio de la sociedad comercial (1534-1629), colonización propiamente dicha (1632-1674) y establecimiento de la Iglesia canadiense a partir de 1674.
Los jesuitas extendieron su radio de acción hacia los Grandes Lagos, por la cuenca del río Mississippi hasta la desembocadura y hasta la bahía de Hudson. De 1684 hasta 1768, los sacerdotes de las Misiones Extranjeras fueron los evangelizadores de la Acadia. Los sulpicianos se extendieron por los lagos Ontario y Ottawa. 
Los frutos cosechados en estas regiones del Norte no podían dar las cifran y los resultados de la América luso-española, pues los indios de estas regiones eran escasos y sufrieron el fanatismo puritano de las colonias vecinas inglesas. La misión de Canadá, con su centro en Quebec, y más tarde la Luisiana fueron los centros neurálgicos de evangelización de buena parte de los actuales Estados Unidos.
A impulso de Rochelee, se formó la Compañía de las Indias Occidentales, con la misión de ocupar y colonizar las Pequeñas Antillas. Como capellanes fueron llamados el capuchino, que colocaron su residencia en San Cristóbal. Poco después se instalaron los dominicos, enviados por el Santo Oficio, y los jesuitas de la provincia de París. En 1645 llegó a las Antillas el P. Pacífico de Provine, capuchino, provisto con un nombramiento de prefecto apostólico para el conjunto de las colonias francesas. Pero ni dominicos ni jesuitas quisieron aceptar su autoridad, que provenía de Propaganda, mientras su jurisdicción le había sido confiada por el Santo Oficio o por sus superiores. Un ejemplo más de la frecuente falta de coordinación y de rivalidades internas que esterilizaban tantos esfuerzos y buen voluntad. Los franceses llegaron en 1624 a la isla Cayena, ocupándola antes de llegar a Guayana. Del cuidado espiritual de la colonia se encargaron los jesuitas.
Desde Filipinas se misionaron Mindanao, las Marianas y Carolinas. La evangelización de Mindanao la comenzaron los jesuitas en 1607, pero la misión se estableció en 1637. La misión de las Marianas y Carolinas fue ideada por el P. San Vítores cuando, en 1662, iba camino de Filipinas.